domingo, 24 de julio de 2016

¡Me ha entrado frio a los huesos! ¿Verdad o Mito?

Una de las creencias populares más enraizada es que el frío y la humedad afectan a los huesos y producen dolores que se agudizan, sobre todo en Invierno.  
Por lo tanto se utilizan expresiones como, “tener el frío metido en los huesos” o “me duelen los huesos a causa del frío”. 

La reumatóloga Margarita Duarte aclara que el frío y la humedad no originan enfermedades reumáticas. Por tanto, cuando se presenta alguna dolencia se debe consultar al médico para averiguar el carácter y origen del problema. 
Se reconoce, sin embargo, que estas condiciones climatológicas agravan los síntomas en numerosas enfermedades reumáticas (como artrosis, artritis, tendinitis, entre otras), aunque no sucede en todos los casos por igual, explicó la especialista. 

Gonzalo Miranda, reumatólogo, señala que el frío es un factor que generalmente desencadena o empeora los dolores de huesos y articulaciones. 

El cambio del clima es percibido por la mayoría de los pacientes como agravante de dolores osteoarticulares. 

Los procesos reumáticos acontecen todo el año y en el mundo entero, aunque en la época fría y húmeda son más frecuentes ciertas dolencias. Así, los dolores articulares y musculares, más que óseos, estarían asociados a infecciones respiratorias, propias de esta época, o pueden ser un efecto secundario, infrecuente, de fármacos o vacunas empleados en su tratamiento y prevención. 


El dolor muscular, producto de enfermedades reumáticas, es poco frecuente en gente joven. En esta etapa el origen más probable es la sobrecarga, como ejercicios exagerados o actividades no habituales. 

También las infecciones, especialmente virales, suelen acompañarse de dolor e inflamación muscular, que a veces tardan semanas en desaparecer.

A decir del reumatólogo Gonzalo Maridueña, los aspectos emocionales producen evidentes efectos sobre la sensibilidad al dolor y sobre los mismos músculos y tendones, dando origen a una amplia gama de problemas “reumatológicos”, como las contracturas musculares y la fibromialgia (dolores). 


Medidas de prevención 
Las principales medidas preventivas consisten, desde la infancia, en una dieta adecuada y equilibrada, rica en calcio y vitamina D, que incluya derivados lácteos, pescados, frutas y verduras. 

Evitar el exceso de sal, hacer ejercicio regularmente; esto supone andar media hora al día o -por lo menos- tres días por semana. Alternativamente, se puede optar por hacer gimnasia en el agua o bicicleta estática, lo cual es recomendable en gente con problemas articulares en miembros inferiores o de espalda. 

Además, se debe tomar el sol de forma regular, al menos quince minutos diarios, un mínimo de tres días por semana, con las precauciones debidas. El sol facilita que nuestra piel produzca vitamina D, la cual sirve para la correcta absorción de calcio y otros efectos beneficiosos sobre los huesos, músculos y el sistema inmunológico.
 
Créditos:
Esta noticia ha sido publicada originalmente por PP Digital bajo la siguiente dirección: http://www.ppdigital.com.ec/noticias/farandula/3/hueso