¿Sabías
que la práctica de ejercicio físico, moderado pero constante, te puede ayudar a
sentirte mejor si sufres depresión? Basta con caminar media hora al día para
experimentar los beneficios
Cuando sufres depresión tu mundo va a otro
ritmo. Un cerebro que atraviesa este proceso experimenta un
nivel mucho menor de actividad y hay menos conexiones neuronales.
Tal y como nos explica un
estudio llevado a cabo por la Universidad de Illinois (Estados Unidos), la
amígdala, esa estructura que actúa casi como la centinela de nuestras
emociones, se caracteriza por funcionar a un nivel mucho más bajo durante los
estados depresivos.
Todas estas características
tienen un fin muy concreto: obligarnos a centrarnos en nosotros mismos.
Funcionar al mínimo para que esta introspección nos permita analizar ese mundo
interior, comprenderlo y resolverlo.
Ahora bien, lograrlo nunca
es fácil. Una depresión
no se cura como quien acaba con una gripe o una infección. Para
superar esta enfermedad hay que abordar el problema desde diversos enfoques.
En primer lugar, y si
nuestro médico así lo decide, seguiremos un tratamiento farmacológico, complementado con una
adecuada terapia.
Asimismo, en la actualidad
los neurólogos enfocan este proceso hablándonos de lo que se conoce como
neuroplasticidad neuronal.
Experimentar nuevos
estímulos y nuevas sensaciones intensas y significativas puede “reactivar”
nuestra conexión neuronal. Algo tan fácil como salir a caminar cada día por un
escenario natural puede ser muy terapéutico.
A continuación te ofrecemos
todos los datos. Vale la pena tenerlo en
cuenta.
Si
sufres depresión, no lo ovides: sal a caminar
Scott Langenecker,
psiquiatra de la Universidad de Illinois, nos explica que uno de los factores
que suelen desencadenar una depresión es el “pensamiento rumiante”.
Las personas sufrimos épocas
en que nos
obsesionamos con determinadas ideas negativas y fatalistas.
Es como una melodía
incesante. A esos pensamientos negativos se les van añadiendo otros más hasta
que, al poco, generamos un proceso emocional tan fatalista que caemos en
nuestro propio agujero negro.
A día de hoy, muchos de
nosotros vivimos en ciudades. Además, nuestra área de movimiento es limitada.
Las rutinas, vivir en
espacios pequeños o incluso relacionarnos siempre con las mismas personas puede
intensificar más aún el “pensamiento rumiante”.
Tanto es así que las depresiones son mucho más comunes en los contextos urbanos que en los pueblos que están
en contacto con la naturaleza.
Ahora bien, no se trata en
absoluto de dejarlo todo e irnos a vivir a una montaña. Solo tenemos que buscar
un par de horas para nosotros mismos en las que, sencillamente, conectar con lo
natural.
Si
sufres depresión, sal a caminar cada día a un parque, a
un bosque, a una playa. A una zona verde donde exista algún área preparada para
andar con facilidad.
Esto es lo que vamos a notar al cabo de unos días.
Nuestro
estado de ánimo cambia
Cuando se hacemos algo de
ejercicio –de hecho, basta con caminar media hora– nuestro cerebro libera endorfinas.
Las endorfinas interactúan
con los receptores en el cerebro reduciendo la percepción de la tristeza, de la
negatividad e incluso del dolor.
Según nos explican los neurólogos, las endorfinas nos
aportan una sensación placentera, que muchos describen como “la euforia del
corredor”.
Es una sensación positiva y
energizante que rompe el pensamiento obsesivo y fatalista. Nos ayuda a
relativizar muchas cosas.
Favorece la conectividad neuronal
Hablábamos antes de la
desconexión neuronal asociada a la depresión. Resulta interesante saber que el ejercicio físico moderado pero constante mejora el
rendimiento de nuestro cerebro.
Algo tan maravilloso se
consigue de diversas formas.
En primer lugar, aparece
algo llamado “neurogénesis”
es decir, se crean nuevas células cerebrales.
El ritmo cardíaco se regula,
el cerebro recibe más oxígeno y, además, favorecemos la liberación de
neuroquímicos más placenteros, más positivos y motivantes.
Toda esta “química” interna
crea nuevas células y favorece conexiones neuronales más fuertes.
Dichos
beneficios no los notaremos en el primer día ni en el segundo. Necesitamos ser
constantes en estas rutinas diarias de ejercicio.
Basta con salir a caminar
cada día durante media hora, siendo conscientes, eso sí, de que es un “instante
para nosotros solos”.
Un momento de placer.
Caminar
potencia nuestra creatividad
Es posible que te preguntes
de qué manera te puede ayudar la creatividad
cuando sufres depresión. Lo creamos o no, esta capacidad es increíblemente
poderosa para favorecer la mejoría, para ver un camino más positivo de cara a
nuestra recuperación.
Caminar relaja. Cada paso
que das y cada bocanada de oxígeno
que recibes estimula tu cerebro.
Es en estos momentos de
conexión con uno mismo y de bienestar cuando, de pronto, relativizamos muchas
cosas. A su vez, pensamos en otras nuevas.
Todo pensamiento nuevo,
vivificante y positivo es un modo de ir
rompiendo las pequeñas cadenas que nos aprisionan en nuestra cárcel depresiva.
Es muy posible que, si hoy
sales a caminar, tengas una nueva idea. Esa creatividad no tiene por qué estar
relacionada con algo artístico. Hablamos de ese ingenio personal que nos ayuda
a salir de nuestros abismos.
Superar una depresión no es
fácil. No obstante, un día, de pronto, aparece una ilusión nueva, un proyecto,
un deseo y, más tarde, una decisión que lo cambia todo.
Vale la pena ponerlo en
práctica. Si sufres depresión, sal a
caminar y permite que tu cerebro vaya sanando poco a poco.